Reflexiones, experiencias y análisis sobre cómo la tecnología inmersiva está transformando la manera en que aprendemos y nos capacitamos
Cuando empezamos a trabajar con instituciones educativas en Neuquén, notamos algo curioso. Los profesores estaban cansados de las mismas presentaciones y videos. Queríamos algo diferente, algo que realmente conectara con los estudiantes.
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Una empresa de la región nos pidió ayuda con su programa de capacitación. Sus empleados necesitaban practicar procedimientos complejos, pero hacerlo en el entorno real era costoso y arriesgado. Ahí es donde las simulaciones marcaron diferencia.
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Después de varios años trabajando con realidad virtual, tenemos historias que contar. No todo funciona a la primera. A veces una idea que parece brillante en papel termina mareando a los usuarios o confundiéndolos completamente.
Leer másAl principio, nos enfocábamos mucho en la tecnología. Queríamos los gráficos más impresionantes y las interacciones más complejas. Pero descubrimos algo importante: si la experiencia no tiene un propósito claro de aprendizaje, no importa qué tan bonita se vea.
Empezamos a colaborar más estrechamente con educadores. Ellos nos mostraron que cada actividad en VR necesita objetivos específicos. No se trata solo de crear mundos virtuales, sino de diseñar experiencias que faciliten comprensión genuina de conceptos complejos.
Los usuarios nos dijeron que algunas de nuestras simulaciones eran demasiado largas. Querían sesiones más cortas pero más impactantes. Así que rediseñamos nuestro enfoque para crear módulos de 15 a 20 minutos que mantienen la atención sin abrumar.
Trabajar desde Neuquén nos dio perspectiva única. Las necesidades aquí son diferentes a las de otras regiones. Desarrollamos contenido que refleja desafíos específicos de nuestro contexto, desde seguridad industrial hasta formación técnica especializada.
No necesitas un laboratorio enorme. Hemos visto excelentes resultados en espacios pequeños cuando están bien organizados:
La primera experiencia con VR marca la diferencia. Recomendamos este enfoque gradual:
El cuidado apropiado extiende la vida útil de los dispositivos considerablemente:
Cada proyecto nos enseña algo nuevo. No tenemos todas las respuestas, pero compartimos nuestro proceso para que otros puedan adaptarlo a sus propias necesidades y contextos.
Pasamos tiempo entendiendo qué problemas específicos enfrenta cada organización. A veces la solución no es VR, y está bien decirlo.
Creamos versiones básicas para probar conceptos. Mejor fallar rápido con un prototipo simple que invertir meses en algo que no funciona.
Los usuarios prueban versiones tempranas y nos dicen qué funciona y qué no. Sus comentarios moldean el desarrollo más que nuestras suposiciones.
Establecemos métricas claras desde el inicio. No solo tiempo de uso, sino comprensión real de conceptos y retención a largo plazo.
Cada proyecto genera conocimiento que compartimos internamente. Los errores son tan valiosos como los éxitos para mejorar continuamente.
La tecnología cambia constantemente. Lo que funcionaba el año pasado puede necesitar ajustes hoy. Mantenemos flexibilidad en nuestro enfoque.
Las especificaciones técnicas son importantes, sí. Pero hemos aprendido que otros factores determinan el éxito de una implementación de VR en contextos educativos y de capacitación.
La compatibilidad con sistemas existentes a veces presenta desafíos inesperados. Una universidad puede tener restricciones de red que afectan streaming de contenido. Una empresa puede necesitar integración con plataformas de gestión de aprendizaje específicas.
También pensamos mucho en accesibilidad. No todos los usuarios tienen la misma comodidad con tecnología, y algunos pueden tener condiciones que requieren adaptaciones específicas en las experiencias.
